Según relata Álvaro Urbina, la primera vez que fue abusado sexualmente por Jeffery Daniels Valderrama, este le hablaba “sobre la confianza” y le preguntaba si él se la inspiraba.
Urbina, entonces de 14 años, atravesaba una crisis exacerbada por la adolescencia: sus padres acababan de separarse, estaba volviéndose rebelde, sacaba malas notas y sufría acoso en el colegio.
Una amiga de su madre le recomendó que lo llevara al Sodalicio de Vida Cristiana (SVC), un grupo religioso peruano de laicos con votos religiosos fundado en 1971.
Más de 40 años después de su creación, la orden fue investigada por la justicia peruana por abusos psicológicos, físicos y sexuales contra menores de edad.
La pesquisa comenzó a raíz de la publicación en 2015 del libro “Mitad monjes, mitad soldados”, que reúne 30 testimonios de supuestos abusos psicológicos, físicos y sexuales ocurridos en el Sodalicio a lo largo de casi 30 años.
Después del lanzamiento del libro, otros jóvenes miembros del Sodalicio —entre estos, Álvaro Urbina— contaron sus casos de abuso a la prensa peruana.
Todas las supuestas víctimas señalan como autores de los delitos al mismo fundador del movimiento, Luis Fernando Figari Rodrigo (al que el Sodalicio apartó en abril de 2016), y a otros miembros de la organización, como Jeffery Daniels.
“Bájate los pantalones”
© BBC Álvaro Urbina asegura que Jeffery Daniels abusó de él durante cerca de dos años. Foto: Álvaro Urbina.
Daniels fue implicado en el caso más grave de abuso sexual contra menores en la agrupación religiosa, según el Informe sobre Abusos y Respuesta en el Sodalicio, encargado por este mismo grupo religioso a un equipo de expertos internacionales y publicado en febrero de 2017.
Además de Álvaro Urbina, otros 11 hombres aseguran haber sido víctimas de Daniels entre 1985 y 1997.
Los delitos de abuso sexual en Perú prescriben en un plazo máximo de 20 años.
En marzo de 2017, la fiscalía peruana abrió una nueva investigación contra Daniels y varios exsodálites por otros delitos: integrar una asociación ilícita para violar la libertad sexual de decenas de jóvenes que pasaron por el Sodalicio y causarles a estos lesiones psicológicas graves.
El pasado diciembre, la fiscalía pidió prisión preventiva para él y otros tres exsodálites —Fernando Figari (el fundador), Virgilio Levaggi y Daniel Murguía Ward—, por los mismos cargos.
BBC Mundo trató de comunicarse con la fiscal a cargo del caso, María León, pero la fiscalía dijo que esta no habla con la prensa y solo detalló que los demandantes han pedido que se incluya el delito de secuestro a la denuncia penal.
En la época en la que habría cometido estos delitos, Daniels parecía llevar una vida impecable.
Hacía “apostolado” con jóvenes de entre 12 y 16 años. Es decir, tenía la misión de hablarles de Dios o evangelizarlos.
Los superiores del Sodalicio lo habían puesto a cargo de dos o tres grupos de menores y lo llamaban “el Apóstol de los niños”, según algunos exsodálites (el Sodalicio dijo a BBC Mundo que no le consta que lo llamaran así).
Álvaro Urbina cuenta por teléfono a BBC Mundo que llegó a uno de esos grupos en 1995 y lo que hacían era reunirse en un “centro pastoral” del Sodalicio, en un distrito de clase alta de Lima, o ir a comer a algún lugar.
© Getty Images El papa Juan Pablo II otorgó al Sodalicio el derecho canónico en 1997.
Daniels iba a recoger a los muchachos a sus casas en un Volkswagen Kombi y luego los llevaba de vuelta.
Álvaro Urbina era el último al que dejaba.
“Se dio cuenta de que yo no tenía afecto, no tenía amigos y me abrió las puertas a todo eso”, cuenta Urbina, ahora de 37 años, a BBC Mundo.
El “afecto” con el que Daniels lo compensaba fue aumentando hasta la noche en que supuestamente le habló de “la confianza”.
Sobre esa ocasión, Urbina relató en una entrevista con Radio Ambulante que Daniels le pidió que se bajara los pantalones.
Ambos estaban solos en el Volkswagen Kombi, estacionado frente a la casa del joven.
Cariñoso
© Getty Images Muchos peruanos esperaban que durante su visita a Lima el Papa Francisco pediría disculpas por las acusaciones de abusos del Sodalicio, pero no lo hizo.
Urbina, el único de sus 12 presuntas víctimas que ha hecho pública su identidad, se refiere a Daniels como “muy chabacano, muy de calle, bastante peculiar”.
“No era lo típico que esperarías encontrar en la religión”, cuenta.
Los que lo conocían los describían como “inmaduro, carismático, bromista y cariñoso”.
“El afecto que demostraba no era paternal, sino medio erótico. Siempre estaba rodeado de chiquillos de entre 11 y 16 años y siempre estaba abrazándolos”, dice un exsodálite identificado como “Nicolás” en “Mitad monjes, mitad soldados”, el libro de los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz sobre el Sodalicio.
“Daniels era muy popular entre niños y adolescentes”, según escribe el exsodálite Martín Scheuch en su blog “Las líneas torcidas”.
El mismo Álvaro Urbina dijo a BBC Mundo que sentía que Daniels podía comprender a todos los jóvenes.
Aquella noche en el Volkwagen Kombi, para demostrarle que confiaba en él, se bajó los pantalones y los calzoncillos y, según cuenta, Daniels “examinó” sus genitales.
Según Urbina, ese fue el inicio de los encuentros sexuales con el exsodálite.