El papa Francisco tildó este viernes de “vergüenza” que la actual generación “deje a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras”, durante su oración en la celebración del Via Crucis de Viernes Santo frente al Coliseo de Roma, reseñó EFE.
El pontífice, como es tradición, acudió ante el Anfiteatro Flavio e invocó a Jesús de Nazaret: “Nuestra mirada está dirigida a ti, llena de vergüenza, arrepentimiento y esperanza”, proclamó ante cientos de fieles que le escuchaban en recogimiento.
“Vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un mundo fracturado por las divisiones y las guerras; un mundo devorado por el egoísmo donde los jóvenes, los débiles, los enfermos y los ancianos son marginados”, denunció el pontífice.
También expresó su vergüenza “porque muchas personas, incluso algunos ministros de la Iglesia, se hayan dejado engañar por la ambición y la vanagloria, perdiendo su dignidad y su primer amor”.
Francisco también destacó el arrepentimiento “que nace de la certeza” de que solo Jesús “puede salvar del mal” y curar a los hombres y mujeres “de la lacra del odio, del egoísmo, la soberbia, la avidez, la venganza, la codicia y la idolatría”.
Pero, tras la vergüenza y el arrepentimiento, el papa destacó “la esperanza” de que el mensaje cristiano “continúa a inspirar, aún en la actualidad, a muchas personas y pueblos y que solo el bien puede derrotar al mal, solo el perdón puede abatir el rencor”.
Y recordó que, movidos por su fe, “muchos misioneros y misioneras continúan, aún hoy, retando a la adormecida conciencia de la humanidad arriesgando la vida para servir a los pobres, en los descartados, inmigrantes, invisibles, abusados, famélicos y presos”.
Defendió la esperanza porque la Iglesia de Jesús, “santa y hecha de pecadores, continúa, todavía ahora, y a pesar de todos los intentos por desacreditarla, siendo una luz que ilumina, anima y alivia”.
El pontífice pronunció esta oración después de asistir al recorrido de la cruz desde el interior del Coliseo romano hasta el lugar en el que permaneció en oración, a faltas de la cercana colina del Palatino.
El recorrido de la cruz, que pasa de mano en mano para rememorar el calvario y el camino de Cristo hacia su crucifixión, estuvo acompañado por la lectura de unas meditaciones cuya redacción este año ha sido encargada a jóvenes de entre 16 y 27 años.
Esto se produce en sintonía con la decisión del papa de dedicar el 2018 a las nuevas generaciones, por lo que ha dedicado el Sínodo de Obispos del próximo octubre a abordar las nuevas vocaciones y adentrarse en los problemas e inquietudes de los jóvenes del mundo.
La cruz, a lo largo de las catorce estaciones en las que se divide la narración de la Pasión, fue transportada por una familia de Siria o por dos monjas dominicas de Santa Catalina de Siena que escaparon de los yihadistas en Irak.
También la llevaron el vicario de Roma, monseñor Angelo De Donatis, discapacitados, una familia italiana, los jóvenes que redactaron las meditaciones o dos frailes de la Custodia franciscana de Tierra Santa.